[MICRO FICCIÓN]
UN, DOS, TRES, POR MÍ Y POR TODAS MIS COMPAÑERAS.
A eso de las 5 de la mañana, un hedor la sacó de atrás del librero. Salió de golpe y despacito, siguió el tufo que invadía la casa. Se hacía más intenso conforme se acercaba a la entrada, no sabía si era por los minutos que habían pasado, o porque el origen estaba cerca. Al llegar a la puerta se le revolvió el estómago, sentía que las entrañas se le subían a la cabeza. Era una peste extraña, ácida, espesa, de esas que se pegan en los pisos y paredes de la memoria. ¿Qué sería aquello provocando estos humos? ¿Qué podría producir tan nauseabundo y peculiar aroma? Estaba desorientada. No podía explicarse por qué o de quién se estaba escondiendo. De pronto, se dio cuenta que era la última, la única y por lo tanto, la ganadora. Tan contenta estaba que poco le importaba que su victoria significaba que todas las demás estaban muertas. Engrandecida, pegó carrera hasta la cocina, con una ceguera tal, que le impidió a la triunfante cucaracha ver cuando la suela de aquella bota se estrelló en su cabeza.