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Para muchos, la conexión con la persona que muere se basa en la tristeza o el enojo de la pérdida.
“La postal que le hubiéramos mandado en el viaje, cambia por tristeza de que no está”.
«Las cervezas y las risas se convierten en nostalgia al escuchar su canción”.
“Lo que perdimos, lo que extrañamos se vuelve el único tema de conversación con el que no está”.
¿Cómo podríamos conectar con nuestros muertos desde la vida, la risa o el amor? ¿Es posible mantener el lazo vivo con emociones diferentes a la tristeza?
A treinta años de haber perdido a mi hermana mayor, siento que desde que murió, nuestra relación podría compararse con un matrimonio tóxico: distante, doloroso, nada parecido a lo que un día fue. Reduje mi relación con Paulina a un evento: su muerte, borré todo lo demás. Me quedé con un recuerdo: la pérdida. Con una sensación: la tristeza. Pareciera que nuestra relación duró un día, ese día, y nada más.
¿Cómo podemos regresar a la vida la conexión que un día tuvimos con los que perdimos? ¿Cómo podemos hacerlo desde el lugar que dejamos antes de perderlos?
Yo creo que hay más puentes para conectar con nuestros muertos que la tristeza o la nostalgia. No creo que esté bien reducir lo compartido en vida, a un sólo evento, aún tratándose de la muerte.
Por ejemplo; cuando pienso en Paulina mi hermana, automáticamente pienso en sus últimos años de vida. Me acuerdo perfecto como se veía acostada en la cama, apagada, conectada a una sonda para comer. Las personas enfermas, flacas o frágiles, inmediatamente me recuerdan a Paulina. Aún, cuando estuvo así, solamente 1 o 2 de sus 15 años de vida. No me acuerdo de ella, o de nosotras, cuando veo dos hermanos jugando, haciendo travesuras o bailando. Aún, cuando compartimos eso millones de veces.
Si nuestra relación era de complicidad, risas, cariño y compañía, ¿por qué dejé que la muerte la convirtiera en distancia, tristeza, enojo, silencio?
Supongo que los expertos dirán que es parte del proceso de pérdida. No dudo que hay un tiempo en que lo único que podamos sentir es tristeza, o enojo. Tampoco dudo que tome tiempo reinventar la relación a distancia. Supongo que va a ser difícil conversar en este nuevo idioma. Creo que vale la pena intentarlo. Jugar a que está de viaje. A que, como dicen en los pueblos, cambió de residencia, pero no desapareció.
Estoy tratando de imaginar cómo se verá esto. ¿Por dónde empezar? Llevo 30 años haciéndole la ley del hielo a Paulina. Quiero pensar en la última vez que pelee con alguien, o que pasó mucho tiempo desde que no hablamos, ¿cómo empecé? ¿cómo retomé?
Creo que empecé con una disculpa:
“Perdón por haber dejado que el enojo me alejara tanto de ti. Perdón por permitir que pasara tanto tiempo. Me pesa mucho haberme perdido momentos importantes de tu vida y no haber podido compartirte momentos importantes de mi vida.”
Seguiría con una propuesta como:
“Me gustaría mucho que nos volviéramos a llevar, estar en tu vida, y que estés en la mía. Estar cuando me necesites y poder contar contigo también”.
Cerraría con una promesa tipo:
“Te prometo no volver a dejar que un mal entendido, el enojo o la frustración, vuelvan a poner en riesgo nuestra relación. Te extrañé mucho. Me hiciste mucha falta. No es lo mismo sin ti”.
Sé que suena contra intuitivo revivir una relación con alguien que se murió, pero creo que es la única manera de que la muerte sea solamente del cuerpo, no del vínculo.
La realidad es que nada puede borrar el vínculo. Es innegable el lugar que tienen los otros en vida, en nuestras vidas, es inevitable entendernos como un eslabón en una gran cadena, como una puntada en n gran tejido, somos lo que hemos vivido, lo que hemos compartido, lo que hemos perdido. Aunque creamos que le hacemos honor a los muertos aferrándonos a la pérdida, el verdadero honor lo hacemos aferrándonos a la vida. La que un día tuvieron, la que un día compartimos, y la que podemos, reinventar y seguir compartiendo.
A partir de hoy, me niego a pensar que Paulina es solamente su enfermedad. Me niego a hablar de ella en términos de lo que fue, lo que perdió, lo que no funcionó.
A partir de hoy, elijo quedarme con lo que fue, con lo que me enseñó, con lo que me dejó. Dejo de ser la huérfana de hermana mayor, la hermana grande, para ser la que nací, la de en medio, el sándwich, la hermana de dos.
A partir de hoy, empiezo mi relación a distancia con mi hermana, para reconectarme con ella, en esta nueva geografía de vida.
Nada más de imaginar la posibilidad de revivir el vínculo con Paulina desde este nuevo lugar, desde la relación que tuvimos, no el momento en que terminamos, me siento siento más viva, más tranquila.
Todos vamos a perder a alguien muy cercano algún día, si es que no lo hemos perdido ya. Todos vamos a morir algún día también. La separación es inevitable, pero la distancia, es cien por ciento negociable. A nadie le gusta llevarse con el típico negativo, o jetón o deprimido, ¿quién querría esa relación? Entonces, ¿por qué reducir la conexión con alguien que queremos con todo el corazón, a momentos y conversaciones de enojo o tristeza?
Estoy segura que hay gente, más sabia que yo, que descubrió esto desde hace mucho, que platica con sus muertos, que los tiene presente con sus virtudes y defectos, con sus anécdotas, con sus consejos. Supongo que son esas personas que yo llamaba “locas” por tratar de conectar a pesar de la muerte. Hoy, me arrepiento de haber tardado treinta años en llegar aquí. Por perderme treinta años de relación con mi hermana muerta.
¿Cuál es tu pérdida? ¿Con qué capítulo o capítulos te quedaste? ¿Cómo cambió la distancia entre ustedes? ¿Cómo podrías honrar lo que sí tuvieron? Rescatar lo que podrían seguir teniendo. Tal vez sea que ví Coco, la película de Pixar acerca del día de Muertos. Tal vez sea que estoy cansada de sentirme triste, de extrañar a Paulina, de poner en pausa mi alegría. El caso es que a partir de hoy, voy a intentar revivir la conexión que teníamos, basada en la vida, la alegría, el cariño, la risa.
Si hubo una época que compartimos nuestras vidas, ¿por qué quedarnos atorados en el loop de la despedida?
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No soy experta en la pérdida, pero sí ha sido algo que ha informado mucho de quien he sido y tratado de no ser. Estoy tratando de reconstruir mi historia para adueñarme de ella. Quiero dedicar esta sección a todas aquellas personas que perdieron algo o a alguien. Particularmente en una época en la que poco se sabía o hablaba del duelo. Quiero iniciar una conversación para quienes durante algún tiempo, han tenido atorada la pérdida y que estén trabajando por acomodarla y asumirla. Espero que mis textos nos den algo de paz y respuestas.