TERCERA EDAD, POCA SALUD, DEMANDA DE RECURSOS. CON PERMISO. LÁSTIMA.
La humanidad a cambiado mucho, algunos se atreven a usar la palabra evolucionado, mientras que yo, no estoy tan segura que tanto. La piel se nos ha hecho más delgada para soportar los cambios de temperatura o las superficies de la naturaleza. Los órganos han podido bajar la guardia con el apoyo de la caballería médica. Tristemente, mientras las capas del cuerpo se adelgazan, la cubierta del alma se hace cada día más gruesa. Hemos desarrollado inmunidad a la tercera edad, donde antes habitaba un ser de respeto, de experiencia, hoy habita, a nuestro juicio, un saco de pellejo aguado y huesos. Tan acostumbrados estamos a hacer a un lado a los ancianos, que hasta dejamos a los hijos las instrucciones (y en ocasiones hasta los medios) de como y donde botarnos. ¿Será que la dignidad se agota y tenemos que escoger en qué etapa de la vida la tenemos? Antes los abuelos eran considerados pilares, se honraba el trabajo de su vida garantizando su cuidado en la vejez. Ahora, mientras que la mujer gana terreno en el mundo profesional, su papel como mamá está bastante devaluado, y por lo que veo, ni pensar en que quede algo a que aspirar cuando se convierta en abuela.
Los domingos, traen consigo la columna semanal de Juan José Millás. Me parece especial e interesante el texto que resulta de la imagen que elige. En un esfuerzo por ampliar los temas de los que escribo, me he propuesto, responder – también semanalmente – con otro texto a la imagen y/o al texto de su columna.
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