[PROSA]

NO FUI YO, FUE ELLA, QUE SOY YO MISMA, QUE NO ES NADIE

Es padrísimo el concepto de la mismidad y la alteridad. Ser uno mismo para todo aquello luminoso. Nada como recibir los elogios y darnos palmadas al ego por nuestras mejores cualidades, nuestro éxitos. ¡Pero que gran idea he tenido! Mientras que cuando estallamos de rabia, “es que no era yo”, “No sé qué fuerza externa se apoderó de mi”. Peor aún el pensar el concepto de la tercidad, en donde, entre el diablito, el angelito y el títere (que se supone que somos nosotros), no sé sabe donde empieza y donde termina nuestra voluntad.

Está cómodo tener duplicados que carguen nuestros errores, especialmente cuando toman forma del otro, del de al lado, de nuestra pareja, o de nuestros hijos. Le estamos entregando nuestras entrañas al nuestro otro yo, cuando lo dejamos que se lleve la gloria de nuestro lado oscuro, de nada más, ni nada menos, que nuestra otra mitad. ¿Por qué entregar el 50% de lo que somos? ¿Por qué abandonar a la mitad de nuestro Yo? Por muchos años anduve de duplicado y hasta triplicado.

De unos años para acá, he estado desechando todas las copias, deshaciéndome del papel calca y el plumón reflejante, para salir orgullosa con el Yo que soy, con lo que hay, con lo que sobra y con lo que falta, pero yo.

 


Los domingos, traen consigo la columna semanal de Juan José Millás. Me parece especial e interesante el texto que resulta de la imagen que elige. En un esfuerzo por ampliar los temas de los que escribo, me he propuesto, responder – también semanalmente – con otro texto a la imagen y/o al texto de su columna.

Haz clic para leer la maravillosa columna de Juan José Millás en el País Semanal

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