[PROSA]
LA FORTALEZA DEL CORAZÓN
Nada pone más en evidencia la fragilidad del corazón como las festividades de fin de año. Por un lado está el desencanto de las metas que no pudimos alcanzar, los proyectos que se cayeron, los kilos que no perdimos y el año que sí ganamos. Se nos eleva el ritmo cardiaco con el sin fin de eventos, gastos, compromisos y demás cosas que saturan nuestra mente y agenda. Por ahí del veintiocho de diciembre, y como broma de mal gusto, pareciera que andamos por el mundo con un corazón exhausto y roto, desganado, desesperanzado por lo que el siguiente año pueda ofrecer. Por suerte también, un corazón borracho, que se distrae con bailes y conversaciones para no darse cuenta que está roto.
Nada evidencia mejor la fortaleza del músculo más importante del cuerpo. A penas llega el último día del año, y aquel pedazo de carne que parecía no esperar nada, toma un segundo aire, se fortalece y se empodera. Empieza a latir menos por mantenernos con vida y más por mantenernos vivos en el año que viene. Se transforma en una bomba de ideas, planes y sueños. Pareciera que de la noche a la mañana se llenara de fe. Con cada uva, cada segundo, hace un pacto con el futuro, y así, el que parecía un pedazo de carne frágil, amanece el primero del año fortalecido, obstinado, con ganas de todo.
Los domingos, traen consigo la columna semanal de Juan José Millás. Me parece especial e interesante el texto que resulta de la imagen que elige. En un esfuerzo por ampliar los temas de los que escribo, me he propuesto, responder – también semanalmente – con otro texto a la imagen y/o al texto de su columna.
Haz clic para leer la columna de la que tomé la foto y el texto de Juan José Millás en el País Semanal.