8 de noviembre de 2015.

Ayer fuimos al parque después de comer.  Lucía lleva una semana pidiéndolo, así que se me antojó animarme a llevarme sola a las dos niñas.

Con inés en canguro tengo poca mobilidad, así que antes de bajar a lucía de la carreola, le di las instrucciones principales:

– no puedes echarte a correr sin mi permiso

– solo puedes usar juegos que puedas hacer sin ayuda

– soy la única persona grande con la que puedes hablar

La primera media hora fué un éxito.  Después de un rato, vi unas niñas con un señor que no me latió. Las chamaquitas de 9,7 y 5 aproximadamente, se me pegaron, empezaron a hacer muchas preguntas y querer cargar a lucía. De cerca se veían chamagosas, con ropa descuidada y el señor no dejaba de textear en su celular.

Yo, siendo mal pensada y después de que en un mercado le trataron de roba la bolsa unas embarazadas, tristemente sospeché de la bondad de unas niñas.

Sumando esto a que Lucía se aceleró y empezó a pegar carrera, fui víctima xe mis nervios y decidí dejar el parque.

Saliendo, le pregunté a dos amigas qué pensaban y las dos me dijeron exactamente lo mismo: en esta vida, tienes que confiar en tu instinto.

La verdad es cierto. Le damos poco crédito, pero ese sexto sentido, es muy importante. Escucharnos como mamás y hacer lo que «nos late» y va con nosotros, no lo que se espera, o está de moda, es lo que no solo nos da una brújila, congruencia y claridad. Sino sentido y la neta, de la neta, paz.