La primera vez que vi la película Mi primer beso me sentí absolutamente identificada. El chavito me recordaba a Paulina mi hermana por la mirada intensa, los ojos grandes, el pelo claro y corto. La chavita me recordaba a mi. Más madura que su edad, medio tomboy, solitaria, creciendo entre adultos, entre muertos.
Me acuerdo cómo me chocaba la sensación de jugar sola en silencio, el aire pesado me distraía de mi juego hasta detenerme. En el día me tocaba el cuerpo en búsqueda de tumores, y en las noches pedía a dios en mis rezos que me asaltaran pero que no me diera cáncer. A mi papá le veía cara de novela de García Márquez, entre la barriga, el cigarro, las ojeras y las arrugas, juraba que en cualquier momento se nos moría de un infarto. Había rincones de la casa a los que jamás me asomaba.
Mi imaginación, la cercanía a las crisis de salud de Paulina, la personalidad ansiosa y fatalista de mi mamá y la costumbre de mi papá de recitar en la mesa, los violentos encabezados de las noticias, contribuyeron a mi ser miedosa. Siento miedo:
- Cuando tiembla o siento que va a temblar, o acaba de temblar
- De los asaltos
- Desde que leí que el AlszHeimer le da más a mujeres que hombres, a partir de la menopausia, me da miedo el AlszHeimers y la menopausia
- Que se mueran mis papás, mis hijas, mis amigas, toño, y practicamente cualquier persona que conozco
- De los alacranes
- De los aviones
- De la obscuridad, tengo esta arraigada creencia que las cosas malas pasan de noche
- De caminar en calles nuevas
- De tomar rutas que no conozco, aún con waze
- De manejar en carretera
- De estacionarme en reversa (este previo a la bendita camarita)
- De que se ahoguen mis hijas cuando comen en el coche
- De que atropellen a las niñas cuando van en patines, en bici o sueltas
- De que se infarte toño, especialmente si lo hice preocuparse o enojarse
- De que me de cáncer
- De que le de cáncer a toño
- De cualquier mancha, bolita o grano; en mi o en las niñas
- De estar en pisos altos
- De cualquier juego de la feria
- De las multitudes
- De las películas de psicópatas y sociópatas
- De los señores mayores con miradas lividinosas
- De las arañas
- De los bichos en general
- De que se escape un animal salvaje en un zoológico
- De que se mate un niño en el brincolín
- De que corran con paletas en las fiestas
- De que el coche de enfrente vaya borracho
- De que me asalten en un estacionamiento
- De que me arrebaten a una niña en la calle
- De equivocarme tanto como mamá que traume a mis hijas
- De que alguna de mis hijas se muera joven
- De quedarme sin dinero, sin trabajo, en la calle
- De morirme joven (o antes de los 90 que es lo mismo)
- De comer la mitad de las cosas que me gustan porque dicen que todo hace mal
- De los atentados
- De que se ahoguen mis hijas
- De ser olvidada
- De quedarme sola
- De no haber vivido suficiente, aprovechado suficiente

¡40 miedos! Enlistados abajo de 10 minutos, cosas que con las que me enfrento casi diario, en la mañana, tarde y noche. ¡Con razón vivo cansada! Tengo que bajar la guardia. Tengo que entregar el control remoto, o al menos, la fantasía del control remoto. Quiero poder decir, pensar y sentir, «no tienes el control», «posible pero no probable», «todo va a estar bien», «aún ante lo peor, vas a poder».
Creo que si quiero soltar el miedo, necesito ir soltando y confiando, de a poquito, con pequeños detalles que me vayan haciendo valiente. Por ejemplo, dejar a mis hijas ir sueltas en la calle, o tomar la ruta de waze aunque no la conozca, o correr por una ruta diferente. Creo que las fobias se curan confiando, soltando.