4 de junio de 2018

**DISCLAIMER*** sigo de malas por mi pleito con mi mamás, así que este texto, está medio podrido también.  Lo siento.

Raro escribir ahorita, porque cerré el día escribiendo ayer, pero si no, no agarro el horario que me gusta, que es en la mañana. Así que con aún menos que decir, y siguiendo la línea de pensamiento de ser mamá y estar en una pelea con mi mamá, me vienen más reflexiones.

La educación de antes versus la de ahora. La que recibí versus la que aplico. Lo que me sirvió y lo que no quiero repetir. La crianza positiva versus la machaca de iglesia.

Hasta ahora, como mamá, me he clavado mucho en disciplina positiva, en límites, en consecuencias lógicas. Me he clavado en respetar el ser humano que la vida nos presta, en ser testigo y a lo mejor guía, nada más. Tratando de evitar el autoritarismo, tratando de honrar el ser humano que hay debajo de esas mini personitas que a los adultos a veces se nos olvida, ya están equipada con todo: sueños, miedos, ideas, opiniones, intuición, visión.

Hasta ahora, cada que me siento «autoritaria», que me enojo, que pongo un límite tajante, que castigo a la antigua, que grito, que lastimo, me lleno de culpa. Me da miedo dejar una huella en mis hijas, me da miedo «traumarlas».  Pero anoche y hoy en la mañana pasó algo curioso. Mis hijas se portaron mal y a los ojos de mi mamá, podría decirse que yo me porté mal. La comparación de ser mamá y ser hija, de ver a una mamá y ver a una hija, de atestiguar dos generaciones de resolución de conflictos, me ha resultado reveladora.

el problema no es enojarse. El problema no es enojarse. El problema no es estar o no de acuerdo. El problema es, emitir juicios, usar términos como «me haces», «me impides», usar frases chantajistas que ponen en entre dicho la calidad humana del otro.

Anoche, me enojé, castigué peluches. Dije cosas como: Si no se duermen como gente grande, pierden privilegios de gente grande. No me gusta que no cumplan los acuerdos. Rompieron el trato. Hoy en le mañana que repitieron dosis, me enojé de nuez. Usé frases como: pierden los privilegios de grandes, si no respetan las reglas de la casa, pierden privilegios, hoy yo escojo su ropa, su peinado y su desayuno. Listo. Tengo a dos niñas que están felices jugando, hubo una consecuencia, pero no hubo ningún atentado a su persona, no hubo un «groseras», «malagradecidas», «peladas», no hubo azotes, no hubo chantajes.

Anoche mi mamá me mandó un mail «amoroso», en le que me pide que no la obligue a «traicionarse a si misma», que clase de frase es esa. Tal vez no hay gritos, tal vez no hay mal humor, pero hay mierda. Hay «manita de cochi».

Me quedo con mi brusquedad. Me quedo con mi transparencia. Me quedo con mi claridad. Me quedo con la tranquilidad de que tendré la mecha corta, seré estricta, seré gritona (que por cierto, de veras no me gusta, pero trato y cuando me doy cuento ya grité), pero no les paso MI responsabilidad, no las culpo de lo que soy o no soy, de lo que siento o no siento, tomo el volante y tengo los pantalones de ser mamá.