3 de febrero de 2018

No me acuerdo cuando fue la última vez que escribí. Sigo en pos de un balance, entre lo creativo, lo productivo, la maternidad, lo personal, lo espiritual, la pareja (posiblemente, tristemente y últimamente, lo más olvidada de todas)… mi creatividad florece con los espacios y no he tenido, hoy es la primera mañana en meses, que me dan las 11 y no tengo nada a que correr, que entregar, de urgencia, y puedo sentarme a escribir.

Los último meses nos sacó un susto la salud de mi mamá, lo que nos obligó, a repasar temas, a decirnos todas las cosas que no nos habíamos dicho, a ajustar prioridades. Me quedé sin ayuda en casa, lo que me obligó a educar diferente, a dejar ir más, a presionarme menos.  En los últimos 6 meses, he dado los bandazos más intensos en términos de perfeccionismo-vale madrismo que he sentido en mi vida. Me he contactado con el enojo que traigo, posiblemente desde que soy niña, por no tener las hermanas que soñaba, una familia «normal», «perfecta», «como la de todos los demás».   En estos meses, me he conectado con la pérdida de lo que no fue, con la alegría de lo que es, de lo que hay, de lo que tengo.  Estoy trabajando como nunca en que lo que doy, lo que soy, lo que puedo, es, suficiente, o no, es, y con eso me quedo.

Estos 6 meses creo que toqué fondo en tristeza, soledad, desesperación, pero porque por primera vez me contacté con pérdidas importantes, de años, de vida, que creo, por fin, pude dejar ir, o al menos estoy pudiendo dejar ir. Estoy aprendiendo a disfrutar a la hermana que me queda, con lo que es, con lo que puede, y también, a pesar de no ser la que se fue.  Creo que nunca me había dado cuenta de la sombra que me hizo perder una hermana más grande en poder querer igual a mi hermana chiquita.

También dejé la terapia, muy a mi pesar, y no muy a mi pesar. En estos seis meses, trabajé lo que no pude en 6 años, y curiosamente, me saturé, me ayudó mucho, pero me saturé y dejarla, también me quitó un peso de encima.

En fin, creo que nunca seré la más ligera, pero me siento infinitamente menos pesada, más fluida, más agradecida, más capaz de ser feliz. Más confiada, más querida, más conectada.

Ajúa!