3 de junio de 2016
El ejercicio de hoy es «crear un prototipo».
Como son casi las 11 de la noche y yo a las 10 me duermo, estoy un poco frita, pero con las ganas de no dejar de escribir algo que alimente mi blog, y en consecuencia, a mis lectores. En fin, dada la hora, aunque me divierte inventar cosas que solucionen problemas reales (tengo una libreta de inventos), de momento no me da la cabeza para inventar algo. Pero sí me da para pensar en la palabra prototipo. Creo que explorar el principio del prototipo da para un ejercicio creativo por sí mismo.
Hoy Lucía me dijo: aunque quisiéramos vivir para siempre, nosotros no decidimos eso.
Así, sin prototipos. Así, sin espejismos.
¿Cómo y por qué empezamos a vivir a base de prototipos?
El prototipo de hijo que debimos engendrar, educar. El prototipo de pareja, de matrimonio, de esposa. El prototipo de madre, de amiga, de escuela, de cuerpo, de comida, de fiesta, de sexo.
No sé si les pase, pero me doy cuenta que vivo de prototipos. Vivo creándolos, me mato por cazarlos, y como la sombra de Peter Pan, se me escapa, se me escapa, porque es una FANTASÍA.
Mi propuesta creativa de hoy, será, contrario a lo que el ejercicio que uno de mis mil libritos de creatividad proponía, que era crear un prototipo, mi propuesta es hacer una lista detallada, de los prototipos que tenemos en la cabeza. El prototipo de suegra, de amiga, de jefe, de trabajo, de ciudad, de casa, de vida. Prenderle fuego. Dejar de crear prototipos. Entregarnos a la realidad de que ‘nosotros no decidimos eso’.
Vivir la realidad puede ser tanto o más gratificante que la fantasía, especialmente si dejamos de cazar nuestra sombra.