Ayer, después de una semana bastante movida, tuve una de esas tardes deliciosas sin prisa, descansada, y de buen humor. El fin de semana compramos patines, actividad que de momento podemos hacer dentro o fuera de la casa, es ejercicio, es divertida, es bastante auto dirigida, así que soy fan. Ayer, acabando de comer se me ocurrió sacarlas al parque a patinar. En la semana habían patinado adentro de la casa, pero ya se me hacía plan hacerlo afuera. El resultado fue muy divertido. Inés se sigue metiendo unos mega trancazos. Lucía, muy parecida a su mamás, prefiere aventarse al piso, antes de caerse.
Nada como ver aprender a patinar como para pensar en los diferentes enfoques de aprendizaje. Lucía más reservada, cautelosa, Inés atascada, valiente. Las dos, felices.
Además de lo divertido de ver las caídas de Inés, lo interesante de ir descubriendo los estilos de vivir de mis changas, creo que lo que me llevé ayer es la importancia, que al menos en mi, hace cuidar mis niveles de energía. Soy otra mamá cuando estoy descansada, cuando no estoy saturada, por chamba, o socialmente. Sé que es difícil. La vida, la familia, los amigos, los pendientes, el trabajo, nos demandan. Hace tanta diferencia como me siento, como vivo y la calidad de compañía que soy cuando estoy al 70%… que cada que empiezo a volar bajo, recorto, freno, recargo y soy otra.
Así que voto por más tardes de nada que hacer, salir a patinar y pasarla bien.