25 de enero de 2016

Estoy en una etapa de mi vida en la por fortuna, tengo la oportunidad de llenar mis días de puras cosas que me hacen feliz:

Me re encanta mi trabajo.  Está como mandado hacer para mi y trabajo para una de las persona que más admiro

Ni hablar de lo que disfruto a las changas. Están ya en un edad de lo más divertida, más independiente, verbal e imaginativa. Y el roño ni se diga.

Estoy cosechando proyectos más viejos (como este blog), el grupo de rock que formé con unos cuates hace unos meses y mi proyecto de ilustración.

Estoy emprendiendo con la mejor socia del mundo. Aprendiendo mucho y explorando harto.

Hasta haciendo ejercicio por primera vez en mi vida.

Tanto hay de mi lado, que por un lado me siento casi narcisista; yo-yo-yo. Por otro, hasta obligada a darle todo y llevarme profesionalmente a otro nivel.

Balancear lo que se quiere, se puede y se debe, mi tiempo, el tiempo de mi familia,  la chamba… Que voy y vengo entre auto exigencia, pausa, orgullo, culpa. Eso sí, avanzando, siempre avanzando.