25 de diciembre de 2015

Me preguntó mi mamá; con qué dos palabras describirías a cada una de las niñas?
Me sonó fácil. No lo fué. Elegir la dos plabras que realmente sintetisen a una persona. Capture lo que la hace especial y única, no fué enchílame otra.

Lucía: la primera, la que ya habla y que por lo tanto, puedo conocer más fácil. Dócil, entendida, flexible, observadora sus primeros dos años de vida. También Risueña, sociable, platicadora, creativa, berrinchuda, mandona en este pasado año. Creo que sumando lo que sé, restando lo que es producto de la edad o circunstancia; me quedo con dulce (o cariñosa) y analítica. Su capacidad de querer y darse a querer me desarma. Su razonamiento lógico me sosprende.

Inés: la segunda. Mi chaparrita, redondita y desmadrosa, es indecifrable. Decidida, aventada, dependiente, me cambia la jugada día a día. Clara en lo que quiere, pero escaza de palabras. La más risueña. Relajienta desde la panza. Todavía mucho por descubrir.
Creo que Temeraria y Traviesa son las características que la han distinguido hasta ahora, y me muero por redescubrirla ahora que crezca.
Ni con dos o diez palabras, puedo describir cuánto adoro y gozo a mis viejas.