23 jun de 2018.
Estoy leyendo la auto biografía de un escritor Noruego muy picudo, escribe sobre años en los que se sentó frente a su computadora a escribir, escribir, escribir, sin que saliera nada. Nada que valiera la pena. Nada que le mereciera ser publicado. Ahora que regresé de vacaciones y que estoy tratando de retomar escribir, empecé con unas entradas de este diario y un par de textos en el sitio de textos no relacionados o al menos no necesariamente enfocados a mi maternidad y vida personal, ahora que retomé, pienso en este cuate, pienso en mis textos, y me doy cuenta que este tema de escribir para un blog y publicar versus escribir en un archivo de word o una libreta y guardarlo, tiene una porción de egolatría y una de sin sentido. Me pregunto para qué o para quién escribo. Le no veo el sentido. Además de que le no veo la calidad.
Esto de poder publicar por que sí, a la brava, de inmediato, está bueno, está práctico, está muy ad hoc a mi forma impulsiva de ser y de sentir, pero a ratos, días como hoy, me dan ganas de borrar esto. Cosa que sería terrible, porque hace rato que no escribo en word. Antes escribía en word primero y luego aquí, pero hace tiempo que ni eso. Por suerte hoy renové mi cuenta de hosting, que va por pago adelantado de 12 meses, porque en serio estuve a dos de borrar. En una mezcla de vergüenza, coraje y ardición.
Quiero generar textos de calidad, quiero hacer una revista de creatividad, me gustaría crear algo increíble, pero como no sé ni por dónde empezar, estoy como pájaro sin cabeza. También se me olvida que arrancar ciclo escolar es pesado, que retomar rutina es difícil y que ejecutar lo que se prendió en mi en estos meses de descanso, de inspiración, de paz, no es algo que suceda de la noche a la mañana.
Breath in…. Breath out… Breath in… Breath out…. I don’t suck. At least not always.