17 de mayo de 2016
Hoy me gustaría escribir acerca de algo que me di cuenta que hago, sin darme cuenta, y sin mala intención. Me doy cuenta que uso a mis hijas para purgar frustraciones. Frustraciones que a primera vista, en efecto, tienen que ver con ellas (no hacen caso, o tiran la leche, o pelean por una tontería a jalones de pelo). Pero que a vistazo mas profundo, son frustraciones más de adulto, más mías, más personales.
Tomemos como ejemplo hoy: llevo 3 días sufriendo con un artículo que va a quedando muy bien, lo estoy disfrutando, pero me está tomando tres veces más tiempo que lo que coticé. Me siento presionada conmigo misma por haber calculado mal, estoy trabajando a contra reloj y todo, finalmente, se refleja en mi estado de ánimo. Me siento irritable, me duele la cabeza y estoy buscando qué o quién me pique algún botón para purgar el estrés.
Lejos de hacerme responsable de mis emociones, mis frustraciones, mis fracasos, aprovecho el viaje y me engancho con la menor provocación de las changas.
Pero ¿cómo hacer? ¿Cómo purgar el estrés? ¿A que hora? Mal me da tiempo de trabajar, ser mamá, descansar y tener algo de vida social. Me apena no tener una respuesta, o alguna propuesta. De momento me hago consiente de mi estado de ánimo y de la tentación de descargarme con las niñas. Espero que escribiendo ésto se tranquilice el mounstruo (pareciera que sí).
La vida se va en un suspiro, va a llegar el día en que dejen de tirar la leche, y junto con eso, dejen de pedir ayuda, de comer en la casa, de ser una parte (o mejor dicho, de que seamos una parte) tan central en sus vidas.
¿Tú como depuras el estrés? ¿Cómo haces para ser más compasiva contigo?