17 de diciembre de 2015
Es más bonito querer, pero más fácil reclamar.
La levedad que se siente producto de la más profunda aceptación y agradecimiento, me conmueve.
Sin embargo, me es más familiar la envidia, la desepción, los celos.
Es tan fácil borrar el entorno de quienes nos rodean, y nos quieren, que de pronto olvidamos que no somos su todo. Ni ellos nuestro. Olvidando que somos afortunada e inevitablemente, parte de una compleja red de afectos. Altas y bajas. Alegrías y tristezas.
Soy tan feliz cuando me enfoco en lo que hay, en lo que son. Tan tonta y amargada cuando no.
Que quiero querer así, fácil, porque sí, sin etiquetas ni prejuicios. Sin llevar la cuenta. Sin berrinches. Sin demandas. Sin dependencias.
Quiero querer así, más como adulto y menos como niño.