La semana pasada fui a una plática muy buena de disciplina y límites.

Lo más importante que aprendí fue el concepto de la disciplina como una llave de poder. El mejor regalo que podemos darle a nuestros hijos.

Si lo pensamos, nuestros logros, nacen a partir de un acto de disciplina. Con ella, podemos lograr lo que sea.

Lo segundo fue estar pendientes de los límites. Ser papas de concreto y no de plastilina. Especialmente los que tratamos con niños de 2 a 4 años, (aún cuando desde los 8 meses empiezan a probar los límites), quienes están continuamente midiendo la «calidad» y resistencia de los límites de los papas.

Hablaron de la meta de lograr que nuestros hijos desarrollen auto-disciplina y auto-control. Cada «no», «espera», «respira», les enseña estas herramientas para la vida.

Nos enseñaron que debenos ir en el asiento del conductor. Nuestro trabajo es decirles qué hacer, cómo expresarse, poner las reglas del juego y aplicarlas. Contenerlos y contenernos. Ser los adultos.

En cuanto a consecuencias, poner consecuencias lógicas y proporcionales. Los tentadores castigos de «1 mes sin tele», resultan: demasiado desligados de la conucta para que hagan la conexión causa-efecto, largos para sostenernos y exagerados para la acción (suponiendo que pegó).  Alternativamente proponen ejemplos como:

– si pegas, pierdes el derecho de estar con el grupo. Y los separamos un momento (mientras acompañamos)

– si lo rompes, pierdes el derecho de jugar con tu juguete. Intentamos repararlo, pero no lo reponemos por uno nuevo.

Contrario a lo que todo instinto dicta, no es necesario que la consecuencia duela para que funcione.

En resumen: una educación firme y cariñosa

Recomendaron un libro que apenas voy a comprar:

«Como hablar paa que los niños escuchen y escuchar para que los niños hablen». Ideal para papas de niños de 3 años en adelante.

La platica la dieron en DEI mis gurús de cabecera.