Después de un par de días de indesición, sabiamente nos lanzamos a Puebla a ver a unos amigos. El poder de un fin de semana fuera hace milagros en una familia. Especialmente cuando lo acompañas de excelente compañía, un plan relajado y muchos, muchos, animales. Pasamos la mañana platicando mientras los niños jugaban en el jardín, luego nos lanzamos a Africam Safari en donde vimos, tocamos y hasta convivimos con animales, y cerramos con una noche deliciosa de plática y drink. Terapia pura con otra familia que como nosotros, se quiere, pero pasa por los típicos subidas y bajadas de tener hijos chicos.

Lo que más me gustó, fue la convivencia de los niños. La capacidad de abrirse, compartir, reír y encariñarse a horas de conocerse. Me alimenta la ilusión de una familia extendida el convivir con las familias de los amigos que quiero. Estoy covencida quela familia la hacemos, con lo que los da la vida, consanguíneo o no.

Me encanta ver a las niñas lo sociables y cariñosas que están creciendo. Lo que disfrutan como niñas y lo que me contagia su forma de vivir el mundo.

Ojalá se nos escapara menos el niño que un día fuimos.