15 de mayo de 2016
Si me has leído, dirás – ¡Y dale con el legado! y sí, especialmente porque la semana pasada fue una semana que me confrontó con mi mortalidad por varias razones: a una amiga le diagnosticaron cáncer, mi hija mayor cumplió 5 años, soy yo, y vivo con un pie en la tierra y otro en el más allá.
Veo a mis hijas y cada vez pienso menos en lo que dejaría, en lo que me perdería y ahora pienso más en lo que les dolería, en la falta que les haría, en que no estaría aquí para guiarlas, para escucharlas, para abrazarlas. Oigo casos de muertes jóvenes y me preocupo, me asusto por la falta de control que tenemos sobre nuestra fecha de expiración. Hace poco oí a un empresario brasileño diciendo que a él la muerte temprana de sus padres lo impactó tanto que hace años que dedica 1 día a la semana a vivir como enfermo terminal, a hacer, decir, pensar, sentir, lo que haría, si supiera que va a morir. En algún sentido, los posts «carta a mis hijas», son eso, son ése algo que yo haría si supiera que no voy a estar más para ellas. Hoy quiero hablar acerca de la gratitud.
Si hay algo que me gustaría inculcarle a mis hijas es la gratitud. La gratitud de haber nacido sanas, en una familia que las adora, con cuatro abuelos incomparables que viven para apapacharlas. Gratitud de que tienen no sólo techo, sino una casa bonita, no sólo comida, sino comida fresca, sana, balanceada, preparada con amor, sazonada con antojo. Días dedicados a estudiar, jugar, descansar, crear, reír, fines de semana divertidos, contenidos, variados, viajados. Gratitud porque sin haber hecho nada especial o diferente que otros menos afortunados, están aquí, viven así.
Y no puedo evitar hablar de la Generocidad, que si eres agradecido, es inevitable ser generoso. Es imposible no dar y no darse a los otros, cuando se tiene tanto. Por lo que me gustaría, mientras pueda, sembrar en ellas la capacidad de agradecer y la capacidad de compartir y compartirse. Porque no sólo es donar, no sólo es mandar ropa o juguetes a lugares que lo necesiten. Es hacer tiempo y dedicar esfuerzo a crear mejores condiciones para los que nos rodean. Para aquellos que la vida puso cerca de nosotros. Con que logremos contribuir a la mejora de condiciones de una persona que nos rodea, ya es algo.
Gratitud con los amigos y familiares que les dan tiempo y cariño, generosidad para hacer lo mismo, para dar de regreso, escuchar y querer de regreso. Estar presente y mantener y apapachar las relaciones.
Ojalá que mis hijas disfruten al máximo esta vida, sin culpas, que se sepan consentir, pero también, que no se queden tranquilas con puro agradecer y puro recibir, ojalá que siempre tengan la costumbre de a la par que reciben, regresen.