15 de diciembre de 2015

Pensando en parejas que quiero y que me gustan, y me incluyo, detecté una constante interesante; somos aburridas.

No sé si sea coincidencia o de alguna manera un ingrediente que favorezca a la longevidad de la relación. Somos simples, cotidianos, rutinarios.

Disfrutamos los pequeños placeres; una botana, media hora de piojo, rentar una película, cerrar el día con un whiskey. Levantarnos tarde.

Nos reímos de babosadas. Exprimimos un chiste por años.

(IE car selfie)

Vamos despacio, construímos con calma y esperamos con ilusión. Nos sorprenden los logros, por pequeños que sean.

Disfrutamos lo material, pero no nos deprime si no se puede. Usamos la creatividad para irla llevando.

Mantenemos los amigos, rituales, planes de siempre. Nos encanta el plan casero. Nos gustan los planes pequeños.

Somos viajeros, pero descubrir alguna novedad aunque sea dentro de la colonia ñe agrega un toque turístico al día día.

En pocas palabras: somos de hueva.

Será que la velocidad y los fuegos artificiales a veces distraen esa conexión más profunda y cotidiana?