12 de mayo de 2017

Se me escapó la inspiración. Perfeccionista como soy, ambiciosa y atascada, no me sabe escribir cuando leo algo que me encanta, cuando veo a otros masterisar algo en lo que apenas empiezo. Me paraliza el talento ajeno. Me siento lenta, floja, incapaz. Me frustro. Siento que no voy a lograr la disciplina o la energía para crear algo que permanezca, me trascienda. Inspirar.

Peor aún, mi trabajo de mamá, por el que se atrasan y pasan a segundo plano mis ambiciones personales, ha estado diluido a un sin fin de trámites administrativos: despierta, vístete, desayuna, lávate las manos, no comas con la boca abierta, ponte el traje de baño, bla, bla, bla.

Hoy amanecí agotada.

Hoy me siento vacía.

Creativamente desierta.

Maternalmente podrida.

Mañana será otro día. Al rato será otro rato. Pero son las 12 y no he podido tocar mi chamba. La vida me atropella. Como a todos. ¡Qué locura!

Se me escapa la inspiración, ojalá se me escapara el miedo en vez.