11 de febrero de 2017
Amanecimos el sábado en casa de mis papás. Como Toño estuvo de viaje varios días, se me ocurrió irme sábado y domingo para que fuera como un plan de escapada y cambio de aires. ERROR. Sí estoy acompañada, pero:
- No hay como estar en tu propia casa, a tu aire, con libertada de ir, venir, subir, bajar, que aunque mis papás son muy alivianados y se vale, pues es como raro ir de visita y salir. Además de que vivo en zona peatonal y ellos no.
- Tengo una relación tan compleja, que nunca sé cómo me voy a sentir.
- Entra el factor hermana, la mia. Que también traemos atorados algunos rollos.
Total que amanecí con un recado de que mi hermana estaba todavía con mucha gripa, que no podía estar en el sol, ni con aire, lo cual, la neta, muy normal, pero como tengo predisposición a que va a llegar de malas, a contagiar su malestar, me enojé, me empecé a poner de malas. Luego estaba en veremos a qué hora llegaba Lucía, lo cual, me valía gorro, pero como que me sentí atrapada. Al final acabé diseñando un póster en la mañana y estuvo súper agusto. Inés jugaba, mi mamá leía, mi papá trabajaba y yo diseñaba. Luego llegó lucía, untó a los otros abuelos a comer. Llegó mi hermana, llegó de buenas y me comí mi mal humor y mis palabras. Me enfermé de gripa y de la panza y la tarde la pasé con cuerpo cortado, o a lo mejor fué síntoma de lo mal que pongo internamente. Total que pasé el día bien, pero sintiéndome al 20%.
En la noche metí a bañar a las niñas, «a la tina» porque está más padre,,,, y me tardé 20 minutos en llenarla y una de ellas (no diremos quién), se hizo popó a los 5 minutos. No puedo describir la furia que me dio. Entre lo predispuesta al mal humor que estaba, que vivo, con mi familia, lo enferma que me sentía y lo engentada que andaba,.. reaccioné fatal. Grité, patalé, insulté, horrible. A los 15 minutos de ser una mamá digna de una película de padres torturadores, empecé a llorar, a disculparme con las niñas. Limpié todo, las acosté y me fuí a dormir. Con dolor de cabeza, panza y corazón. Cerré el día con una sensación de que me atropelló todo y todos. Una revoltura asquerosa.
Me doy cuenta que debo enfocarme más en mí, en mis emociones, en mi falta de habilidad para navegarme, y menos en las niñas. Proceso demasiado hacia afuera, en voz alta y con los demás. Está grueso como sí somos una generación a la que todavía nos tocó poco trabajo emocional, que bueno que a los niños les estamos dando más herramientas para conocerse y expresarse.