10 de febrero de 2017

Ya sé que no está bien escribir un diario «hacia atrás», pero no puedo permitirme flaquear a menos de quince días de empezar. Me propuse escribir diario y eso voy a hacer. Aún si es con un poco de trampas.

El viernes fue un día bastante interesante.  En la mañana me senté a escribir un Micro Teatro que estoy intentando someter a concurso con una amiga muy talentosa que es cineasta.  El tema de concurso es «Por NO», así de abstracto. La primer Micro obra que se me ocurrió fue una que tratara de un padre que se despide de un hijo muerto. Obviamente la panza, mi loquera y el sentido común me dijeron que ni al caso escribir de eso. Ya estuvo bueno, tengo que dejar ir. Tengo que soltar la muerte, las despedidas. Tengo que asumir que la gente va y viene, todos nos vamos a morir y que ya enfrentaré lo que la vida me traiga, cuando y si, me lo trae. Así que seguí pensando, escribiendo y terminé con una pieza que me gustó mucho, acerca de un hombre que está atrapado, que debe encontrar la forma de liberarse si quiere recuperar a su familia.

De ahí recogí niñas del colegio con la noticia de ¡nos vamos a casa de mis papás!, con lo que me gané un rotundo, ¡Noooo!, queremos casa de los otros abuelos.

Gancho al hígado.

Son chiquitas, son niñas, no hay mala intensión, no hay falta de cariño, pero… me arde, me arde que no les guste ir a casa de mis papás, o que les guste menos. Especialmente porque no tengo la relación resuelta, porque hay, además de las mejores intensiones y mucho cariño,  fricciones, ansiedad y estrés, que estoy segura que perciben. Siento que es mi culpa y falta de capacidad de resolver mi propia relación familiar lo que hace que estén menos a gusto con mis pas.  Así que fuimos con los otros abuelos, y el resto del fin de semana con mis papás.

Durante muchos años de terapia, trabajé el cambio de mujer profesionista a mamá, ahora por fin estoy trabajando esos nudos viejos de mi relación familiar, el problema es que me siento al rojo vivo.  Traigo tan atoradas tantas emociones al rededor del concepto «familia» que se me revuelve el atole gacho.  Lucía se acabó quedando a dormir con los otros abuelos, Inés y yo nos fuimos a casa de mis papás. Todo esto empezó el capítulo del segundo día del fin de semana, que resultó bastante negro.

A seguir leyendo para terminar la telenovela del fin de semana.